Últimamente solo escribo de semana en semana.
No sé por qué pensé que iba a ser constante en esto, si nunca lo soy en nada.
Bueno, pues os cuento: esta semana hemos estado muy entretenidas en cuanto al trabajo se refiere. El lunes llegó una chica nueva, Merche, está casada y es un poco carca pese a tener 28 años, pero es muy maja y trabajadora.
No sé cuánto tiempo llevaría en paro antes de ponerse a trabajar, pero está dopándose diariamente con paracetamol porque no aguanta el ritmo de trabajo. Prometo que no trabajo en la mina.
Yo siempre doy un voto de confianza y lo cierto es que parece una chica muy agradable y que no dará grandes problemas. Acaba de empezar, así que a ver qué tal.
El miércoles tuve un día de formación con sus respectivos regalitos. Lo más importante es el saber, los conocimientos que adquirimos, el saber cosas nuevas, mejorar en el trabajo... ¿cuela? ... sin duda alguna, lo mejor de estos días de formación, es reencontrarse con antiguas compañeras y los regalitos del final por haber aguantado a el/la plasta que te pega la chapa durante 8 horas.
La semana ha pasado volando, y cuando menos me di cuenta era viernes. Este viernes tuve día libre y lo pasé en mi pueblo con mi familia. No estuvo mal. Me encanta llegar temprano porque así puedo pasar muchísimo tiempo con mi madre. La echo de menos, aunque sé que ella me echa más de menos a mí. Ojalá pudiera tenerlo todo, ojalá mis padres viviesen cerca de mí y pudiera pasar un ratito a tomar café con ella antes de irme a trabajar... pero no puede ser. Tengo... tenemos que conformarnos con los pequeños ratitos cada dos semanas.
Cuando volví, fuimos a mirar vestidos para la boda que tenemos en septiembre y tengo que decir que... ¡misión cumplida! ya tenemos las dos el vestidito y las ideas suficientes para ese día.
Llegamos a casa tarde, y agotadas. Así que solo nos quedó sentarnos en el sofá, tomarnos un vasito de leche con galletas y a dormir, que el sábado yo tenía que trabajar...
No hay comentarios:
Publicar un comentario